jueves, marzo 27, 2008

Pasos de parque

Quizá desconozca parte de la historia. Quizá no debería ser yo quien la contara. Quizá...
Lo encontré sentado en un banco del parque, en sus manos había una flor que poco a poco iba deshojando, musitando al mismo tiempo palabras. No quise acercarme a él de momento y me quede sentado en el banco de enfrente, observándole, estudiándole, preguntándome...En un momento me pareció que me miraba y le sonreí. Me acerque con el pretexto de pedirle fuego para encender un cigarrillo. Ciertamente su mirada, su postura, destilaba melancolía y después de intentos infructuosos de iniciar una banal conversación, me atreví a preguntarle que le pasaba.Soltó la flor deshojada y mirándome, suspiró.
“Hace tiempo que por mi casa...”
Así comenzó su historia. Una historia que tiene un principio y ningún fin. Una historia que casi todos sabemos, en la que entra el amor, la indecisión, los celos, la envidia, el odio, la maldad, el que sé yo...
Y hablo durante horas y yo lo escuche. Y vi sus sentimientos derramados en sus palabras y de sus ojos saltaron lagrimas que corrieron por su cara hasta llegar a perderse en su boca o caer de su barbilla hasta llegar a la pernera de su pantalón. Y entre murmullos fue acallando su conversación y en silencio volvió su mirada hacia el horizonte, hacia lo alto de los árboles, hacia el cielo del atardecer y como buscando donde refugiarse, se levanto e inició un lento andar sin saber a donde.
Le vi doblar la esquina y al mismo tiempo sonó el reloj de la vieja torre, como un lamento quejumbroso que daba fin a la tarde.
Las sombras comenzaban a extenderse por el parque. La luz iniciaba su descanso, dejando paso al manto de la noche. El parque iba quedando solitario y los guardas buscaban en los rincones parejas rezagadas que se repartían los últimos besos.Y yo, dando las ultimas caladas a un cigarro mire alrededor pensativo, acompañado todavía por un eco melancólico que alguien dejo, abandone el parque, sin camino fijo, sin dirigirme a ningún lugar.