miércoles, febrero 06, 2008

Desvaríos

Miré al viento y no se movía. Y las hojas descansaban sobre el suelo abarcando, como enormes granos de arena, toda la avenida.
Me distraje acechando al tiempo y dibujando con mis dedos invisibles ojos que lo invitaran a huir y sin advertirlo, se me echo encima, encerrándome entre sus horas más oscuras.
Me devoro a mí mismo intentando encontrar en mi interior espacios replegados que poder desplegar y al final, al llegar a la boca, una luz, un camino entretejido de rosas oscuras en fría armonía.
Es todo tan lejano que parece infinito y te hace sentirte desolado.
Me estremezco al no encontrar los límites y las sombras que me persiguen parecen tan perdidas como yo.
Tal vez cruce el cementerio y deje mis huellas sobre el polvo gris y, así, cuando de la vuelta, tal como hace el reloj, las encontrare y recordare que la distancia nunca es lejana.

El sabor de lo dulce siempre esta presente y palpita en las memorias. Es un espacio que nunca acaba de llenarse, como una pintura a la que siempre le puedes dar una nueva pincelada. El sabor de lo dulce... que una vez fue instante, un tiempo, un viento.....

2 comentarios:

M.G.G. dijo...

¡Pero si has vuelto!
Muy de vez en cuando paso a verte, a veces ni llamo, veo la puerta entreabierta y miro... y nada, no estás...
Hoy he pasado ¡y te he visto!
Bienvenidoooooooooooooooo
muackkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk

Chaitan dijo...

besos,
Ha ratos vuelvo, a ratos quedo.
Parezco los ojos del guadiana.