Miradas

Existe un espacio habitado dentro de cada uno de nosotros por imágenes que ya están fuera del tiempo. Cada imagen es como un cuadro y esta lleno de color, de olor, de ecos. Hay algunos que son simples bocetos, algunos solo trazos pintados en gris o a carboncillo difuminando las figuras, los aspectos, los recuerdos. Hay otros que son cuadros terminados y listos para exponer y dividen la galería entre intimismos, impresionismos, surrealismos, abstractismos y miles de formas diferentes de un vivir. Y todos ellos rozan el realismo de una vida.

En este espacio se van instalando poco a poco paisajes diferentes, rostros que vienen y van, lugares vacíos que parecen abandonados de la mano de un dios u otros tan llenos que sobra el calor y falta la intimidad. Y cada uno de nosotros en estos espacios jugamos. Jugamos a mirar la galería, a ensimismarnos con los cuadros, a crear un mundo dentro de nuestro silencio o una trama diferente que nos hubiese gustado que fuera o hubiera podido ser.

Existe un espacio que inmóvil convoca el pasado y silenciosamente imagina un futuro. Tiene colores cambiantes, se compone, descompone y recompone con casi propia armonía. Lo llevamos dentro, en un lugar secreto, casi imposible de hallar para otros y de tan fácil acceso para nosotros y se teje todos los días con los hilos abandonados del tiempo.

Existe, seguro, todos lo tenemos aunque a veces no nos demos cuenta.