viernes, mayo 19, 2006
Supongamos...
Supongamos, que empezamos transportando sueños y repartirlos unos con otros; que cambiemos entre nosotros las letras que se nos enroscan y les demos otra vida; que dejemos de ser uno y nos volvamos todos cómplices e iluminemos paisajes blancos; que dejamos las manos detenidas en el aire y sin tocar el papel, él mismo traduce nuestros misterios.
Supongamos que en el fondo lo que nos gusta es jugar en mundos de letras y vamos llamando a ventanas para nutrirnos, que nuestras huellas contribuyen a rasgar penumbras y aprendemos.
Supongamos…
“No se apreciaba nada más que el silencio y me hizo pensar que entre sus ruinas aun habitaban escondidos, observándome, los que un día fueron vivos y hoy, muertos, son espíritus encarcelados entre muros derribados y calles ya olvidadas que perdieron su esplendor.
Y el paisaje, muy natural, mostraba a la vista, fragmentos en otro ayer muy cotidianos que en un hoy invitaban, sin saber por que, a una larga mirada intentando descubrir la señal eterna que otros con su paso dejaron.
Los ojos, horadaban persistentes y jugaban, compartiendo con memorias altruistas, las heridas cicatrizadas que otros más antiguos dejaron en la tierra y el tiempo. El río, parecía querer esconderse hacia poniente y un grupo de árboles escoltaba su huida, escuchando como su sombra susurraba a las aguas, en un extraño y silencioso idioma, dulces palabras que invitaban a la armonía.
Probablemente en mis labios ha comenzado a gestarse una sonrisa, pero no la veo. Me he convertido en aire y esparciéndome, quiero envolver las aristas de los edificios muertos y robar el perfume de romeros, tomillos, espliegos y retamas. Y transcurrir entre luces y sombras, convertirme en corriente y fluir sobre las formas solitarias, ya sean inertes o vivas, no importa. Lo importante, es transformarme y levantarme en vuelo, empapándome de memorias.”
Supongamos, que de momento soy inmortal.
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3 comentarios:
Tú no lo se pero tus palabras hace tiempo que emprendieron ese camino.
Un saludo.
Supongamos que... volvemos a ser mortales y dejamos la inmortalidad para nuestras pequeñas letras amontonadas.
Besos
"Murió mi eternidad y estoy velándola", escribió César Vallejo.
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